El día que llegamos y perdimos la mochila



El día que llegamos, Japón nos dio la bienvenida al primer mundo. Long story, short: perdimos y recuperamos la mochila donde llevabamos todas las cosas importantes (mi notebook, la mac de Pablo, dos discos externos gigantes, documentos importantes, plata, etc.). ¿Cómo fue que pasó? Les cuento...

Llegamos a Japón con nuestras mochilas a cuestas, retiramos nuestras valijas (dos cada uno) y nos subimos al tren. Dos personas, dos mochilas, cuatro valijas. Tengan en cuenta esto que es muy importante. 

El mood era claramente de excitación junto con cansancio producto de las 30 horas de viaje. Yo estaba mega excitada con un grado de pelotudeo importante, de esos que hacen que cualquier boludez me resulte graciosa. Pablo estaba agotado (no duerme en el avión) y disfrutando de mis reacciones ante lo nuevo que él ya conocía pero que redescubría a través mío. 

Cuando subimos al tren ubicamos las cuatro valijas gigantes alrededor nuestro. Yo puse mi mochila sobre mi falda y Pablo la de él arriba de nuestras cabezas, en el espacio que tienen todos los trenes para poner cosas. Yo me pongo medio inquieta a lo que Pablo me explica que en Japón no roban y por lo tanto todos usan esos espacios para dejar sus cosas, algo que comprobé al toque ya que toda persona con maletín que subía al tren (y todos los japoneses llevan maletín) lo dejaban ahí. Relajé y miré por la ventana todo el viaje. 

Cuando llegamos a Atago (nuestra estación) yo no podía más de la felicidad. Ya estábamos acá. Eso por lo que tanto trabajamos se volvía realidad. Iba a ver mi casa nueva, mi bici nueva, mi barrio nuevo... todo lo que proyectamos por más de un año se volvía realidad ante mis ojos. 

Bajamos del tren, cada uno con dos valijas, cruzamos la vía y lo vimos a Oscar en el balcón de nuestra casa saludándonos. Cuando llegamos a las escaleras de entrada del edificio, Oski ya estaba ahí. Abrazo va, abrazo viene coordinamos la subida de las cuatro valijas. Sencillo, Pablo lleva dos y Osar dos mientras Luli sube como la lady que es. 

"Amor, dame tu mochila que la subo yo así subís todo el resto tranqui"

L A C A R A D E P A B L O B L A N C A C O M O U N P A P E L

"¡Te la dejaste en el tren!" 

"Si"

Corriendo subimos las cuatro valijas y corriendo fuimos a la estación a hablar con el Guardia (todas las estaciones de tren tienen sus guardias - todas todo el tiempo -)
Oscar le explica lo que nos pasó, que nos olvidamos la mochila arriba en el tren. ¿Qué tren? El de las 11.25 se acuerda Pablo ¿Qué vagón? El 6 me acuerdo yo (todos los trenes tienen pantallas que te dicen las estaciones, la próxima estación y en qué vagón estás. Esto ultimo me llamó la atención, por eso lo recordé no porque Japón haya mejorado mi memoria). ¿Cómo es la mochila? Gris clara de Adidas. ¿Qué lleva adentro? (Que miedo contestar esta pregunta) Dos computadoras, dos discos externos, papeles importantes, etc. Esperen aquí al costado un momento por favor. 

Ese momento fueron 10 minutos. Nos llama y nos dice que se había puesto en contacto con el conductor del tren, que encontró la mochila y que se la dejó al guardia de dos estaciones más adelante y que nos estaba esperando para retirarla. Así, tranqui, como si nada...

Dicho y hecho. 

A los 20 minutos de todo esto estábamos los tres en mi nueva casa con todos nuestros bártulos (dos mochilas y cuatro valijas) tomando cerveza esperando que se haga nuestro arroz en nuestra arrocera. 



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Y eso es el primer mundo Lucía. Vivís en el primer mundo ahora.
respuesta de papá ante la anécdota

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