Nos juntamos todos a cenar en la casa de Sofi. En el medio de la velada, salgo a fumarme un pucho al balcón. En eso, veo desde lejos una pareja corriendo, sonriendo, riéndose. Cuando me ven se callan y empiezan a caminar, cruzando entre ellos miraditas y risitas cómplices.
No puedo evitar pensar que, aunque sea por un segundo, me invitaron a su intimidad. Ella, él y yo entendimos que estaba pasando, hicimos un pacto de silencio. Fuimos cómplices.

Volví a la reunión con una sonrisa.

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